Hago esta entrada porque cada día me pasa cosas raras pero nunca estaba muy decidido a relatar este tipo de cosas hasta que leí una entrada de la neuróloga Mónica Kurtis Urra, autora del neurofriendly.org, y decía: las personas afectadas de ataxia, un conjunto de enfermedades que afecta a la capacidad de caminar y al equilibrio (como vimos en la entrada cuestión de equilibrio), con frecuencia también tienen dificultades en la pronunciación de las palabras. Tienden a no articular bien, se comen las sílabas (los neurólogos llamamos a esto disartria) y pueden hablar de forma “robótica”.
Cuando empiezo una conversación con algún desconocido y no tiene ni idea sobre ATAXIA, tengo que avisar siempre desde el principio que hablo raro pero no soy tonto ni borracho, y cuando las personas se dan cuenta que tienen que prestar un poco más de atención en escuchar, todo fluye muy bien, dándose cuenta de nuestra capacidad de hablar y de nuestras capacidades intelectuales. En el otro lado hay los ignorantes, personas que ni escucha ni le interesa si quieres decir algo, poniendo la etiqueta de tonto, y si dices algo sobre cómo ayudar acaban enfadados y yo molestado. Por esta hay un montón
de ocasiones cuando una persona con discapacidad física está negando la ayuda de otros, porque si la ayuda no está bien hecha hace nada más que aumentar la dificultad en la superación de un obstáculo.
Siempre hay que observar la parte cómica de lo que pasa y no acumular mucha molestia, así que voy a contar una experiencia mía desde el pasado, todavía me hace sonreír: hace 7 o 8 años tenía que llegar una oficina cada día a las 9:00, en algún día tarde, a las 9:15 estaba aparcando y necesitaba otros 15 minutos para bajar del coche y llegar en la oficina. Un hombre viéndome intentando bajar del coche ofreció su ayuda (ha hecho muy bien preguntando cómo ayudar) y le dicho no gracias pero tengo prisa sabiendo que hablo muy raro y tardaba mas en explicar cómo ayudarme que en intentando apañarme (el cabrón fui yo, lo admito…jaja).